Castillo de los Fajardo

Cloyser

17 agosto 2017

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Construcción y apogeo

Fue mandado construir por el Adelantado de MurciaPedro Fajardo y Chacón, tras su nombramiento como Marqués de los Vélez concedido por los Reyes Católicos.

Cuando Pedro Fajardo se instaló en Vélez-Blanco, fijó allí la sede de su nuevo señorío y emprendió la construcción de su castillo-palacio sobre los restos de una antigua e importante alcazaba islámica que se levantaba en el cerro que domina la villa. En esos momentos existía una prohibición real de construir nuevas fortalezas para evitar la acumulación masiva de poder por parte de la nobleza, que podría debilitar a la monarquía. Para eludir esta prohibición, Don Pedro Fajardo argumentó que solo estaba rehabilitando la antigua alcazaba musulmana que allí existía.

En 1506 se comenzaron las obras del nuevo castillo sobre los restos de la antigua fortaleza, que fue destruida casi en su totalidad, conservando solo algunos lienzos de muralla y el aljibe que se encuentra bajo el patio. Las obras, en las que se invirtieron 80.000 ducados, finalizaron en 1515.

Se baraja, como autor de la obra, el arquitecto italiano Francisco Florentino, con la colaboración de Martín Milanés y la supervisión de Francisco Salazar, alcaide del castillo entre 1503 y 1511. En la construcción participaron maestros canteros y carpinteros vascos.

La construcción se inició con una primera fase de estructura gótica, que pronto se cambió a otra de estilo renacentista, símbolo de los nuevos tiempos y de una nobleza más culta que rompe con la vieja tradición medieval y muestra el espíritu de los tiempos modernos. Así, frente al gótico oficial seguido por la monarquía y por la Iglesia, este castillo-palacio representa un claro ejemplo del avance del humanismoemprendido por la nobleza, que en Andalucía se corresponde con otro gran ejemplo de avance arquitectónico como es el vecino Castillo de la Calahorra de la provincia de Granada.

Patio del castillo en el Museo Metropolitano de Nueva York

El denominado Patio de Honor de este castillo es una de las obras maestras del primer renacimiento español junto con las del citado Castillo de La Calahorra, propiedad de don Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, pariente de Pedro Fajardo y Chacón, quien tras la visita en 1512 a las obras del palacio granadino decidió el giro estilístico hacia el clasicismo que surge en este, inicialmente comenzado en estilo gótico.

En este castillo residieron los Fajardo durante el siglo XVI y hasta finales del siglo siguiente, cuando acabó su línea de sucesión directa.

Durante los años siguientes se usó como residencia con cierta irregularidad, albergando al marqués solo algunas temporadas en sus posesiones velezanas por motivos de gestión de las propiedades o de caza.

Estructura

El objetivo del Marqués de los Vélez era convertir la villa en el centro de sus posesiones almerienses y el castillo en la sede de una pequeña corte señorial, siendo este un castillo-palacio al estilo de la nobleza castellana de alto rango como el de El Real de Manzanares en Madrid o Cuéllar en Segovia, con cuyos dueños estaba emparentado el marqués tras su segundo matrimonio con Doña Mencía de la Cueva.

El castillo se concibió como una fortaleza al exterior, pero con la distribución y función interiores de un palacio. Esta tipología se encuentra también en el Castillo de la Calahorra erigido por Don Rodrigo Díaz de Vivar de Mendoza, Marqués del Cenete y que Don Pedro Fajardo visitó en 1512. El estilo renacentista que se adopta en la construcción simboliza los nuevos tiempos y es más acorde con una nobleza ilustrada, rompiendo con el gótico, más usado en arquitectura religiosa.

En el castillo hay que diferenciar dos grandes ámbitos: la zona militar y la zona palaciega que estaban conectadas entre sí por un puente levadizo, hoy convertido en pasarela fija de acceso. A pesar de esta división, el edificio combinaba la función militar sin que el ejercicio de la misma interrumpiera la vida palaciega. Así, el adarve exterior, de obligada circulación para los soldados, en la zona del patio, se realizaba por un corredor bajo el mirador de levante que no interfería en las actividades que se puedan estar realizando en la parte palaciega.

La planta del castillo tiene forma de hexágono irregular, alargado de norte a sur con muros de mampostería y sillería. Esta forma, que se adapta a las irregularidades del terreno, intenta crear ángulos para proporcionar mejores defensas en caso de asedio. Este tipo de organización defensiva es típica de la arquitectura musulmana, por lo que probablemente se aprovechó la planta del alcázar musulmán preexistente para la construcción del castillo.

Toda la construcción está dominada por la Torre del Homenaje, que constituye una estructura defensiva independiente dentro del recinto y que estaba preparada para aislarse en caso de asedio, por ello tiene un aljibe en su base. Esta torre, de casi veinticinco metros de altura, servía también para coordinación de la defensa del castillo, pues controlaba el acceso a los adarves del recinto. De base macizada en piedra y estructura por pisos, contaba con escaleras desmontables en madera, que podían eliminarse en caso de peligro aislando su nivel superior como último lugar de defensa.

El Patio de Honor

El patio del castillo presenta una planta alargada, con una entrada lateral en recodo que recuerdan una estructura constructiva musulmana que, con este tipo de puerta, evita la visión directa del interior desde el vestíbulo. Destaca la rica decoración escultórica que presentan los intradós y las enjutas de los arcos rebajados, así como en las cornisas, los pilares de la balaustrada; los capiteles y sobre todo los marcos de ventanas y puertas. En ella abundan los grutescos, figuras fantásticas que combinan elementos animales y vegetales, propios del arte de la Italia del Quattrocento.

En la pared más corta, la del lado sur, corría una doble galería de cinco arcos rebajados de transición al renacimiento y, en ese mismo lado, estaba la entrada principal del patio, junto a la que se ubicaba una sencilla escalera de mármol que daba acceso a la segunda planta, en la cual, una suntuosa portada de mármol daba acceso a los Salones Nobles del castillo, conocidos como del Triunfo y la Mitología, estaban decorados con frisos de madera en los que se representaban en bajorrelieve El Triunfo de César y los Trabajos de Hércules. Estos bajorrelieves se encuentran actualmente en el Museo de Artes Decorativas de París.

La pared este, sin arcos ni puertas, terminaba en la segunda planta en una galería de seis arcos que coincidían con los arcos de la fachada, conformando una galería cubierta desde la que se podía ver, de un lado, el patio de honor y del otro, la vega de Vélez Blanco.

La pared del oeste tenía tres pares de ventanas con marcos de mármol ricamente decorados.

La pared norte estaba constituida por la Torre del Homenaje, siendo un muro liso, únicamente roto por una pequeña ventana y debajo de esta, un escudo de armas.

Una de las características más prominentes del patio es la inscripción grabada en letras mayúsculas que corre a lo largo de la cornisa y en la que se proclaman el nombre y títulos del fundador, así como la fecha de construcción del castillo.

Todo el programa decorativo del patio se fabricó en mármol blanco de Macael, por lo que formaría un acusado contraste con el tono más cálido de la sillería de los muros.

La riqueza de ornamentos escultóricos se distribuye con un amplio despliegue de flora y fauna fantástica en el intradós y enjutas de los arcos, los pilares de la balaustrada y, especialmente, en los marcos de puertas y ventanas.

Tanto los elementos arquitectónicos como escultóricos reflejan el refinamiento del primer Renacimiento Italiano de finales del siglo XV y principios del XVI.

Entre todos los elementos arquitectónicos del patio, los que dan una mejor idea de los modelos clásicos en que se inspiraron, son los capiteles, que constituyen una amplia variedad de motivos, siendo los más característicos y frecuentes los que vienen de modelos creados por artistas lombardos que introducen habitualmente motivos de animales y fantasía.

Otro detalle singular del castillo es la proliferación de elementos decorativos en él, como las características esferas que aparecen rematando sus almenas.

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